Elena dC.D.

Se dice que todo conflicto, problema o dificultad del camino de vida es un aprendizaje indispensable para tu evolución. Y tal “enseñanza” ha sido la base sobre la que se ha desarrollado mi MAESTRÍA. Mi labor profesional partió de la intervención en el ámbito de lo social y del desarrollo comunitario, para luego entrar en el ámbito de la intervención familiar y finalmente adentrarme en el aspecto más personal y transpersonal de la persona. Se dice que para poder ayudar a otros, primero has de ayudarte a ti mismo. Y así es como mi propia vida, mi propio “transitar del desierto”, me ha brindado las circunstancias para desarrollar esa labor para conmigo misma. Aprendí a habitar mi cuerpo y este me llevó de la mano a conectar con mis emociones profundas para poder descifrar su mensaje y sanar “dolencias” antiguas y nuevas. Aprendí a sumergirme en mi cuerpo del dolor (allí donde residen los traumas) y dar luz al entramado emocional y circunstancial de mi vida. Aprendí a observar mi mente. E ir con ella desde la prisión de los patrones mentales, a ser compañeras de viaje y cambiar aquellos patrones que ya no eran adaptativos ni eficientes. Aprendí a entrar en lo inconsciente, a conectar con el aspecto simbólico de la vida y a observarla como si de un maravilloso oráculo se tratara. Aprendí a admirar, a respetar, a honrar al SER HUMANO en esta hazaña nuestra de transitar la vida y descubrir el potencial que este transitar esconde. Hace ya más de 10 años de ese zambullirse en las profundidades del ser humano y hoy sigo aprendiendo. La vida se empeña en ello. Y todo ese descubrimiento, esa experiencia y las herramientas que me han ayudado a transitar el camino es lo que hoy pongo a disposición de las personas que llegan a consulta. A tu disposición.