Jone Urrutia

Tengo la suerte de decir que soy psicóloga por vocación. Al terminar secundaria tenía claro que quería estudiar psicología, siempre me había resultado interesante observar el comportamiento humano. A lo largo de los cuatro años del grado fui adquiriendo los conocimientos que me ayudaron a satisfacer esa curiosidad inicial. Sin embargo, esas ganas de conocer se trasformaron en ganas de ayudar a las personas en el proceso de adquirir una vida más saludable y plena, inquietud por las diferentes vivencias de las personas y disfrute al crear proyectos junto a los pacientes para mejorar su calidad de vida. Mentiría si no dijera que a lo largo de mi trayectoria me he ido enamorando cada vez más de esta disciplina y de varias de sus vertientes. He de admitir que mi pasión por la neuropsicología destaca entre ellas. El contacto con los diferentes colectivos que he conocido ha sido, además de enriquecedor, algo fascinante y que me ha nutrido de herramientas para mi desempeño profesional. Fue cuando eche la vista atrás que tuve claro que había tomado la decisión correcta, ser psicóloga es mi profesión. Encontré la forma de poder dedicar mi vida profesional a algo de lo que disfruto, fusionando varios aspectos que me representan y me hacen feliz.